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El pincel

Aparentemente por mí mismo no valgo gran cosa, aunque en las manos adecuadas puedo ser el fabricante de mil mundos diferentes.


Guiado por el talento de una pléyade de creadores he legado a la humanidad un relato gráfico de su propia historia, plasmado con una elocuencia que supera cualquier otra forma de comunicación.


Cuando me sumerjo en la paleta de colores salto de uno a otro realizando mezclas que, al ser trasladadas al lienzo, generan todo tipo de emociones al observador atento.

Así, puedo permitirme mostrar cielos verdes, mares rojos, soles azules… cualquier transgresión de la realidad me está permitida si de esta forma consigo trasmitir mi mensaje.


En algunas ocasiones me manifiesto en forma burda y en otras extremadamente precisa. A veces es necesario contemplar mi obra desde más allá de los sentidos para lograr comprenderme.


De mí surgen océanos enfurecidos que destrozan enormes navíos, heroicas gestas militares y trágicas crónicas de amor, pero también soy capaz de describir los más hermosos paisajes, las más bellas flores y los más fantásticos universos.


Cada uno de los autores a los que he servido me ha utilizado no solo como una extensión de su propia mano, sino como un canal por el que dar salida a toda esta necesidad de expresión.

De esta forma el artista y yo formamos una unidad indisoluble, hasta tal punto que no somos nada el uno sin el otro. Frecuentemente me pregunto cuánto mérito me corresponde a mí y cuánto a él.


A lo largo de los tiempos han brotado de mí reyes, bufones, amantes y guerreros. Todos ellos han sido plasmados en imágenes que no son más que una representación formal de mi propia visión, alterada en lo mínimo por el hombre que me empuña.


Él piensa que me utiliza, pero en realidad soy yo el verdadero creador de la obra. El mundo, la historia, los colores y el pintor y su mano no son más que los medios de los que me doto para cumplir con mi cometido.


Estoy convencido de que algún día se hará justicia, y se reconocerá el mérito que me corresponde. Ese día los cuadros dejarán de llevar la firma de un artista ya que él no ha sido más que una parte insignificante en el proceso.

 
 
 

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